Quinta edición de la sección Hoy hablamos de Leyendas, en la que hasta ahora nos hemos dedicado a rememorar las carreras de grandes de este deporte. Pero
Pero la historia de Manute Bol (cuyo significado literal es bendición especial) es casi tan atípica como su tamaño. Bol nació en 1962 en Sudan, en el seno de una familia perteneciente a una tribu Dinka, y probablemente ese hubiera sido su hogar toda su vida de no ser por 2 particularidades: la primera, tener un primo que se marcho a Estados Unidos. La otra, que su cuerpo creciera y creciera hasta alcanzar la friolera de 231 centímetros de alto. La familia de Manute le pidió a su primó, que jugaba en la selección sudanesa de baloncesto, que enseñara a jugar a Manute, y así fue. Pero tenía que lidiar con los problemas de su altura: la primera vez que Manute fue a hacer un mate, midió mal el salto y se rompió dos dientes contra el aro. Casi nada para empezar.
Manute estaba destinado a ser el jefe de la tribu. Y así hubiera sido de no haberse cruzado en su camino un ojeador que, tras ser informado por parte del primo de Manute de su existencia, viajaría hasta Sudán para ficharlo para su equipo de NCAA. Solo había un problema: Bol era prácticamente analfabeto, y no podía entrar en grandes universidades, lo cual le llevo a recalar en la pequeña Universidad de Bridgeport, situada en Connecticut, donde destacaría por lo que le haría famoso en el mundo NBA: tapones, tapones y más tapones. Rápidamente por su cabeza pasaría el hacerse elegible para el Draft de la NBA, pero mucha gente lo veía con escepticismo: estaba demasiado delgado para el juego físico de la máxima competición, solo había jugado en una Universidad de segunda fila, y dada su gran altura difícilmente podría hacerse un hueco. Pero Manute estaba decidido a hacer su sueño realidad, y tras solo una temporada en la Universidad, se declararía elegible para el Draft de 1985, donde sería elegido en el puesto 31 por los aún entonces Washington Bullets.
Una vez en la NBA, los Bullets se centrarón en que Bol ganará peso, pero no había forma. Por muchas horas de gimnasio que hiciera, por muchas cosas que comiera, o poco que se cuidará, no engordaba ni un kilo. "Estaba tan delgado que parecía que se podía romper en cualquier momento", afirmaría un ex-compañero suyo. Pero no era lo único curioso que sucedía con Manute. En los entrenamientos, taponaba tantos tiros que era difícil entrenar, ya que nadie podía tirar. Y para mejorar las cosas, su ingles dejaba mucho que desear. Pero ello no le iba impedir al bueno de Manute ganarse un nombre.
En uno de sus primeros partidos como profesional, disputado contra los Celtics, los jugadores del conjunto de Massachussets hicieron una apuesta: El que machara encima del gigante sudanes se llevaría 600 dolares. Pero aquella apuesta era más fácil de proponer que de cumplir. Cuando el reloj dio por acabado el partido, Manute Bol había endosado al conjunto céltico 9 tapones, y obviamente, nadie consiguió machacar por encima suya. Y es que al ver a Bol, la mente llevaba al engaño: normalmente los tipos altos suelen ser torpes de movimientos, lentos y poco coordinados. Pero Manute era especial, puesto que consiguió tener una coordinación impropia de su estatura. A partir de entonces, se convirtió en un feroz taponador, y personajes del calibre de Larry Bird, Kareem Abdul Jabbar o Michael Jordan fueron víctimas de sus infinitos brazos. Contaba una vez Kevin McHale, uno de los jugadores con mejores movimientos de la historia al poste, que "yo siempre consideré que mi tiro tras finta era intaponable, hasta que un día Manute Bol me demostró que no era así". Bol acabaría su temporada rookie con 397 tapones, record absoluto para una primera temporada de un jugador, con unos promedios de 5 tiros rechazados por encuentro. Casi nada para un chico de 2.31 y 80 kilos. Memorables son los 4 tapones que colocaría en una misma jugada ante Orlando:
Y entonces llegaría el tandem que pasaría a la historia: en la temporada 1987/88, los Washington Bullets se hacen con Muggsy Bogues, el jugador más pequeño de la historia de la liga, con tan solo 1.60 de estatura. Se necesitarían 2 Muggsy para conseguir un Bol. Una extraña pareja, que a buen seguro sacaría carcajadas a más de uno en los años 80.
Pero no todo era felicidad en la vida de Manute: el país que le vió nacer, Sudan, estaba envuelto en una de las guerras más sangrientas del siglo XX, pero pasó desapercibida hasta la llegada de este a la NBA. El gobierno del norte del país masacraba a la población del sur. Miles de personas perdieron su vida. A los hijos nacidos en esta época se les denomina "niños perdidos", por que muchos de ellos, en los bombardeos, huían de las zonas de guerra corriendo en cualquier dirección, refugiandose muchos de ellos en Etiopía, donde se convertirían en un ejercito de niños. La situación era desastrosa, y llegaría a los oídos de Manute en 1991, cuando aún estaba en la NBA. Angustiado por la situación, y queriendo ayudar en lo posible, Manute Bol visitó la zona, y consiguió que 2 días después de abandonar el país varios aviones de la ONU lanzasen alimentos a la población, salvando muchas vidas entre los hambrientos habitantes de estas zonas. Era el primer gran gesto de un hombre que pese a triunfar en América, nunca olvidaría sus raíces.
De vuelta a la NBA, Manute fue traspasado a los Golden State Warriors en 1988, donde seguiría destacando por su juego defensivo, pero añadiría una nueva faceta, esta vez en ataque: Empezó a lanzar triples. Como lo oís. Fue una idea de Don Nelson, entrenador por entonces del equipo de la bahía de Oakland. Como sabía que nadie saldría a cubrir a Manute a la línea de 3 puntos, le sugirió que probará a intentar lanzar. Manute se lo tomo en serio, y empezó a quedarse en los entrenamientos, y a veces después de ellos, con la estrella del equipo, Chris Mullin, para lanzar triples. Y realmente acabó aprendiendo, puesto que en las 2 campañas que permanecería en el equipo de la bahía, anotó hasta 29 , lo cual no es una cifra nada despreciable si tenemos en cuenta sus características físicas. Jugaría a gran nivel hasta 1993, donde la artritis que padecía se fue agravando poco a poco, siéndole cada vez más complicado estar al máximo nivel físico, motivo por el que en 1995, Manute decidiría poner fin a su carrera profesional, una carrera en la que siempre fue mirado como una especie de atracción de feria, más que valorado como jugador, y en la que a la postre sería el único jugador hasta el momento en retirarse habiendo puesto más tapones que puntos anotados. Toda una rareza, como el promio Manute en sí mismo. Pero su retirada no es el final de esta historia. Todavía tenía cosas por hacer en su vida.
Manute intentaría que la gente no olvidara el conflicto de su país, que fueran conscientes de que 10.000 personas morían cada día mientras ellos se entretenían en verle jugar. En 1994, sería invitado por el Gobierno del norte para unas supuestas negociaciones de paz. Era el sueño de Manute, conseguir el fin de la guerra. Pero realmente no era más que una trampa, puesto que la condición para la paz era que se convirtiera al Islam, religión del gobierno opresor que masacraba a civiles inocentes. Ante la negativa de Manute, este fue condenado a un arresto domiciliario que se alargaría por 3 años, cuando le fue permitida la vuelta a Estados Unidos para evitar un conflicto de tipo internacional. La situación de Manute se complicaba, puesto que, además de unos cada vez más graves problemas de salud, se había arruinado, ya que había entregado casi todo el dinero que ganó jugando al baloncesto al pueblo sudanés para permitir su subsistencia. A partir de ahí, empezaría a tratar de ganar dinero para ejecutar un plan que denota su gran valor como ser humano: Quería construir escuelas. Pero no solo en la zona sur del país, sino en la totalidad de este. Quería conseguir que todos los niños posibles fueran a la escuela y tuvieran la posibilidad de tener un futuro mejor.
"Quiero que todos los niños vayan al colegio, sean musulmanes o no, del Norte o del Sur. Es lo mejor que puedo hacer por mi gente", afirmaría. Manute perdió a más de 200 familiares a manos de los musulmanes de la región del norte, y aún así siempre declararía que los musulmanes no eran sus enemigos, sino sus hermanos. En 2004 tendría un accidente de tráfico que casi acabaría con su vida, al estrellarse el taxi en el que viajaba. Afortunadamente, y tras un largo tiempo de recuperación, Manute sanaría, pero no del todo, ya que a partir de este momento su salud permanecerá siempre débil.
Mientras Manute se recuperaba, la guerra de Sudán llego a su fin. Años de barbarie indiscriminada acababan, y gracias en gran parte a Manute. En uno de los pactos, se establecería la posibilidad de la independencia para la zona sur de Sudán, que se votaría en 2011. Emocionado, Manute volvió a Sudán. Por fin todo lo que siempre quiso tenía visos de realidad: tiempos de paz, elecciones y hasta una posible independencia, y, creyendo que su labor era quedarse en su tierra natal para asegurarse de que las elecciones fueran bien, decidió quedarse allí. Pero las medicinas que le suministraron trajeron consigo una recaída en su salud. Hubiera sido el momento de marcharse a América de nuevo para descansar..pero no lo hizo, y cuando finalmente fue ingresado en el hospital de Virginia, ya era demasiado tarde. Manute Bol, una de los mejores seres humanos que jamás hayan existido, falleció el 19 de junio de 2010. Su funeral fue como el de un Jefe de Estado, con todos los honores posibles, ante el respeto y dolor de toda una comunidad, todo un país, unido bajo el amor, respeto y valores que Bol trasmitió a Sudan. Miles de personas salieron a las calles a mostrar su respeto. Bol había sido su salvador.
En enero de 2011, el 99% de la población votó a favor de la independencia, y desde el 9 de julio de dicho año, Sudan del Sur se convirtió en un país independiente claramente reconocido. Y aunque Manute no pudiera alzar la bandera por la que tanto lucho, su recuerdo siempre quedará vivo gracias a las miles de personas que siguen con vida gracias a él. Así que mientras que alguno de esos llamados "niños perdidos" o sus descendientes conozcan la historia de este héroe sudanés, que se ganó el corazón de millones de aficionados alrededor del mundo, Manute Bol seguirá
con vida.
Estadísticas individuales de Manute Bol: 1.599 puntos, 2.647 rebotes, 2.086 tapones, 171 asistencias y 126 robos en 11.698 minutos, distribuidos en 624 partidos, para unas medias de 2.6 puntos, 4.2 rebotes, 3.3 tapones, 0.3 asistencias y 0.2 robos.
Logros personales de Manute Bol: 2 veces máximo taponador de la NBA, y en un segundo equipo defensivo de la NBA.
Para acabar, si os queréis informar más acerca de la historia de Manute, os dejo un vídeo de Informe Robinson sobre la historia de Bol, su experiencia NBA, y como influyo en la guerra de Sudán. Sin más, os dejo con dicho vídeo, esperando que hayáis disfrutado de este nuevo artículo de Hoy hablamos de Leyendas!
0 comentarios:
Publicar un comentario